Logo Entrust

Mi experiencia de trabajo en equipo en Belbin

Publicada el 10 September 2019

Testimonio de Leire Juez, Responsable de Administración en Belbin.

Siempre me han llamado la atención las hormigas. Me sorprende cómo unos insectos tan pequeños son capaces de crear organizaciones sociales tan complejas. En sus colonias pueden convivir desde docenas de individuos hasta millones, llegando a colonizar extensos territorios. Se caracterizan por la división del trabajo en equipo, la comunicación y la capacidad para resolver problemas complejos. Son un ejemplo perfecto de trabajo en equipo. De hecho las colonias de hormigas son consideradas «super organismos», porque parecen comportarse como una sola entidad, trabajando colectivamente por el bien común.

Esta forma de organización del trabajo sin duda ha llevado a las hormigas a tener un gran éxito evolutivo. Entre el 15 y el 25% de la biomasa animal terrestre son hormigas y están presentes en casi todas las regiones terrestres del planeta. Esto demuestra el poder que puede llegar a tener el trabajo en equipo en cualquier organización, si se aplica con un método y una estructura.

Antes de conocer Belbin, creía que el trabajo en equipo era algo abstracto. Una palabra bonita, una utopía, algo más bien intangible. Los azares de la vida me llevaron a conocer la metodología Belbin de una manera muy íntima formando parte del equipo de personas que lo hacen posible. Para mí supuso una gran oportunidad y una revelación que quiero compartir con vosotros, por si al igual que esas hormigas que trabajan perfectamente sincronizadas, yo también consigo inspiraros de alguna manera.

La primera vez que escuché hablar de Belbin sentí que sintonizaba mucho con mi manera de ver y entender la vida. Enseguida lo comprendí e interioricé de una manera muy natural y tuve mucha curiosidad por leer y saber más de todo aquello. A medida que iba conociendo más, iba comprendiéndome mejor a mí misma y ganando autoconocimiento personal. Esto supuso para mí liberarme de una gran carga al comprender que llevaba mucho tiempo tratando de desarrollar mis debilidades, en lugar de enfocarme en mis fortalezas. Creía que si me esforzaba podía llegar a convertir mis debilidades en fortalezas. De hecho solo veía las debilidades, no valoraba mis contribuciones. Me exigía demasiado. Al conocer Belbin comprendí que podemos llegar a gestionar nuestras debilidades pero no podemos ser perfectos en todo. Ese camino solo nos genera frustración y nos convierte en perfectos mediocres. Aprendí a aceptarme a mí misma y a valorarme con todo, lo positivo y lo negativo. A creer firmemente que todos somos importantes y aportamos un valor especial y único. Y al aceptarme y centrarme en mis fortalezas pude sentirme más realizada y disfrutar mucho más de la tarea.

Recuerdo una sesión con unos jóvenes emprendedores impartida por mi compañera Lorea en la que les invitamos a jugar al Equipo Rescata de Cooperate. Tras intentar rescatar al cohete, solemos hacer una ronda de preguntas para que reflexionen un poco. Les preguntamos qué habilidades creen que son necesarias para lanzar el cohete. Después les preguntamos si alguno de ellos es excelente en todas. Es algo muy sencillo y a la vez muy revelador. Se comprende de golpe muy claramente la frase de Meredith: «una persona no puede ser perfecta pero un equipo sí que puede serlo». ¿No es maravilloso? No sólo te quitas un peso de encima. Ya está, no soy perfecta, ¿y qué? resulta que la humanidad es mucho más bella porque mi imperfección hace que te necesite y que trabajemos juntos y que dejemos de mirarnos el ombligo y pensemos en el otro. Juntos somos más fuertes, juntos siempre sumamos.

Algunas hormigas aprenden a desplazarse utilizando una hoja a modo de balsa y son capaces de construir un puente sujetándose unas a otras para que otras hormigas pasen por encima. Comprender y aceptar a los demás. Entender sus contribuciones. Este es otro gran aprendizaje que Belbin me ha enseñado. Ahora soy muy consciente del comportamiento diferencial de las personas y de que parten de necesidades y motivadores diferentes a los míos. Antes de interactuar con otra persona intento hacer el ejercicio de ponerme en sus zapatos para comprender por qué hace lo que hace. Y por qué eso que hace me molesta. Resulta que las personas que más nerviosas nos ponen son las que más necesitamos. Comprender esto me ha permitido mejorar mucho mis relaciones no solo profesionales sino personales. Entiendo que a veces una persona puede ser impulsiva e impaciente porque necesita alcanzar cuanto antes el objetivo, mientras que otra requiere mucho más tiempo para analizar las cosas y tomar la mejor decisión. Asi que cuando a veces estoy con mi pareja en una tienda y necesita una hora para elegir el mejor aspirador tomo aire y sonrío interiormente al ver asomar sus marcados roles de Monitor Evaluador, Finalizador y Especialista. No lo hace para fastidiarme. Es su manera de contribuir y es valiosa. Y finalmente me voy a casa con la absoluta certeza de que el aspirador que hemos comprado es el mejor en relación calidad / precio del mercado y hasta tiene una función especial para limpiar los pelos de nuestros gatos. Parece un chiste pero os aseguro que este ejemplo es 100% real